lunes, 11 de abril de 2011

La vaca púrpura

Si enseñar y aprender son, en sí, procesos apasionantes, me pregunto por qué resultan en ocasiones aburridos. A mi juicio, las explicaciones son múltiples y complejas: los contenidos están alejados de los intereses del alumnado, la metodología es poco dinámica, no se tiene en cuenta la diversidad del alumnado, existe poca participación, no abunda la creatividad… y, sobre todo, falta ilusión y el necesario entusiasmo. Dice Sthendal que es preciso desarrollar el oficio con pasión. También hay aburrimiento cuando el alumnado no se sacude la pasividad, el desinterés y la pereza.
Las rutinas que se instalan en las prácticas docentes son tan poderosas que no se encuentra nada extraordinario en ellas, nada llamativo. Me parece una trampa decir que no tenemos que convertir las clases en un circo, que no tenemos que actuar de payasos para divertir a los espectadores. Porque ese es un argumento que nos hace refugiarnos en la comodidad. No estoy de acuerdo con la filosofía que pretende convertir a los alumnos en sufridores bajo la excusa de que hay que prepararles para una vida dura y, quizás, cruel. Instalarse en el aburrimiento bajo el pretexto de que hay que endurecerlos, de que hay que habituarles al sufrimiento me parece el fruto de una actitud sádica, heredera de aquel odioso y repetido aforismo: “la letra con sangre entra”. Esa argumentación nos instala en la rutina y en la comodidad. Que se esfuercen ellos en aguantar. La letra entra con la sangre, sí, pero con la sangre del profesor. Lo cual no quiere decir que el alumno no tenga que esforzarse, que sacrificarse, que perseverar y que ser exigido en sus responsabilidades de aprendiz.
Acabo de leer un libro de Seth Godin (uno de los más grandes gurús del marketing y autor del blog más famoso del mundo sobre empresa) que tiene este curioso título: “La vaca púrpura”. No es un libro sobre la escuela sino sobre el mercado, pero puede muy bien aplicarse a la enseñanza.
Sostiene el autor que para captar la atención hace falta algo extraordinario. Si vas por el campo, dice, y ves una vaca marrón, no te llama la atención. Te fijas un instante en ella y se acabó. Pero si ves una vaca púrpura te quedarás asombrado y hasta puede que pares el coche y vayas a ver aquel fenómeno de la naturaleza. Las vacas normales, después de ser contempladas un rato se vuelven aburridas. Pero una vaca púrpura sería algo interesante, algo excepcional. Dice Godin: “La esencia de la vaca púrpura es que debe ser extraordinaria”. “Algo extraordinario, explica, es un asunto del que merece la pena hablar. Conviene fijarse en él; es excepcional, nuevo, interesante: es una vaca púrpura. Las cosas aburridas son invisibles, son una vaca marrón”.
Si haces un viaje de avión y llegas sano y salvo, no se lo cuentas a nadie, pero si el viaje fue horrible o te atendieron de una forma inusualmente buena (“llegamos con una hora de antelación”, “me reembolsaron el billete porque soy guapa”…) se lo cuentas a todo el mundo.
Y a eso voy en estas líneas, a preguntarme: ¿qué tiene de excepcional la escuela?, ¿qué tienen de extraordinarias las clases?, ¿qué tiene de espectacular el proceso de enseñanza y aprendizaje?
Hay un capítulo en el que el autor habla de la escuela. Dice: “Dirigimos nuestras escuelas como fábricas: colocamos a los niños en filas, los ponemos por lotes (llamados cursos) y nos esforzamos en asegurarnos de que no salen piezas defectuosas. No dejamos que nadie destaque, se quede atrás, vaya adelantado o arme jaleo. Ir a lo seguro, jugar según las reglas, parece ser el mejor modo de evitar el fracaso”.
Voy a referirme a dos experiencias que, hace muchos años ya, puse en marcha, buscando la vaca púrpura. Una se refiere a la escuela y otra al aula.
Siendo el responsable de un Centro tuve la idea de convertirlo en un barco. Se hizo la botadura con toda la solemnidad, el barco seguía un itinerario con sus correspondientes escalas en puertos diversos, los nombres de los espacios, de las autoridades y de los objetos eran los de un barco, el currículo estaba relacionado con el viaje, se rellenaba diariamente el cuaderno de bitácora…
La segunda está reherida al aula: Siendo tutor de un curso, organicé una ciudad llamada Edelweis: la ciudad tenía autoridades (alcalde y concejales), juez, banquero, bandera, snombre, insígnea, constitución, asambleas, periódico (“Adelante”)… No hace mucho me encontré con uno de aquellos “ciudadanos” que me dijo:
- ¿Recuerdas con cuánto entusiasmo íbamos los sábados para publicar contigo el periódico de nuestra ciudad?
Hay muchas vacas púrpuras en las escuelas. No seré yo quien sostenga la tesis de que sólo hay vacas marrones en los pastos de nuestro sistema educativo. El problema es que quien tiene una vaca púrpura no la muestra a los demás. No la saca a pasear. Quien quiera ver una impresionante vaca púrpura puede leer el libro de Mari Carmen Díez Navarro titulado “Mi escuela sabe a naranja”. Es un ejemplo entre miles. Un ejemplo bien hermoso.
Lo extraordinario no tiene por qué ser escandaloso. Lo escandaloso, con frecuencia, es molesto. Lo extraordinario llama la atención, atrae, seduce. Se trata de poner pasión, entusiasmo, ingenio y magia en las cosas. Hay que poner en marcha la filosofía de la vaca púrpura. “La lección es sencilla, concluyo con Seth Godin, lo aburrido conduce al fracaso”.

Fuente: Miguel Ángel Santos Guerra

4 comentarios:

  1. Este artículo que leímos en clase con Rafa tiene razón, ya que los maestros deben modificar, modernizar, innovar, reformar, en definitiva transformar en las escuelas. Los maestros deben de utilizar recursos interesantes y motivadores para los alumnos, actividades diferentes, innovadoras, que llamen la atención de éstos y que los anime en su proceso de enseñanza.

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  2. Para mí este artículo tiene toda la rarón, creo que en el aula es necesario aprender a través del juego, evitar el aburrimiento existente en nuestras clases e innovar y transformar las escualas. Es cierto que la mayoría de la gente prefiere quedarse en lo cómodo, en los métodos existentes ya en nuestras aulas y que es incómodo cuando se innova, cuando hay que modificar o inventar algo nuevo en clase. Pero en muchas ocasionesel quedarse con lo cómodo y hacer el proceso de aprendizaje aburrido para los alumnos en lo que hace que la enseñanza sea un fracaso. Sarai

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  3. Estoy de acuerdo con el autor en que la mayoría los niños/as se aburren en la escuela. Algunos maestros siguen con el método de enseñanza que ellos mismos tuvieron y en la actualidad queda uno poco antiguo. Los profesores deben ser innovadores, creativos y tener predisposición para introducir temas que conecten con los intereses del alumnado y además sean motivadores. Esto lleva consigo un tiempo extraescolar para el profesor. Si esto se llevara a cabo, los alumnos irían con más interés a la escuela e incluso su aprendizaje sería más eficaz. Por supuesto, parte importantísima en este aprendizaje innovador está en el alumnado. Carmen Villalba.

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  4. Este artículo refleja la realidad que se vive en la mayoría de los centros educativos. Los docentes deben de modificar su metodología y hacerla más atractiva y motivadora para de este modo intentar que los alumnos no se aburran y vean el proceso de enseñanza como algo atractivo y de interés. La innovación en las actividades y la utilización de recursos variados son aspectos que deben de incorporar los docentes en sus clases.
    Patricia Pérez Toro

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